Viola, Alto, Bratsche…son muchos los nombres que se han dado a un instrumento que tiene un áurea de misterio ya que, al pensar en los instrumentos de cuerda, la viola a menudo se olvida entre sus primos más pequeños y más grandes. Sin embargo echando un vistazo más de cerca descubrimos un mundo de sonidos cálidos, oscuros y tiernos que atrapan y hace que nos enamoremos de este instrumento.
¿Os podéis creer que el hermoso tono de la viola con frecuencia ha impedido el logro de la misma fama como el violín y violonchelo?
Si pensáis en un coro os resultará todo más claro: es muy fácil de escuchar sopranos y tenores e incluso bajos, pero ¿podéis afirmar con seguridad cuales son los contraltos? Al igual que los contraltos en un coro el sonido oscuro como el chocolate de las violas combina las secciones de cuerda y da cuerpo a la orquesta en su conjunto. No lo notaréis al principio, pero en caso de perder a las violas ¡el conjunto sonaría vacío y desinflado!
¡Las Violas realmente son los héroes anónimos de la orquesta!
Nuestra Cenicienta tiene cientos de años de antigüedad. De hecho, algunos informes dicen que es el más antiguo de la familia de las cuerdas. ¿Sabíais por ejemplo, que Bach, Mozart, Beethoven y Paganini tocaban la viola? ¿O que el famoso fabricante de instrumentos Stradivari también hizo violas que valen más que sus violines?
La viola se ha consolidado con un papel importante en la música del Renacimiento y hasta el siglo XVII, en los conjuntos tocaba los mismos papeles que el violín. Es en el periodo barroco que por timbre de contralto empieza la transformación en Cenicienta desempeñando principalmente un papel de acompañamiento, mientras que el violín se establecía como instrumento solista.
A partir de finales del siglo XIX la viola empezó a evolucionar como instrumento solístico y numerosos compositores empezaron a escribir conciertos a la vez que surgían solistas que impulsaron su desarrollo de forma extraordinaria como Tertis o Primrose. El siglo XX es el renacimiento de la viola en cuanto al máximo desarrollo de sus posibilidades expresivas, de diferenciar las cualidades independientes de la viola y de situarla sin compararla con el violín o el cello; profundizando en su esencia, en la belleza de su sonido, de sus colores y de su rango tímbrico. Un proceso que continúa, aún con más auge, por lo que estamos ahora en una época fascinante para este instrumento.
¡Cenicienta se ha transformado en una princesa!
Gracias Sara por contarnos esta historia tan preciosa.
Os animamos a que conozcáis este instrumento tan increíble con el Método Suzuki en En Clave
¿Será alguno de vosotros la próxima Cenicienta?
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